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CONFIGURACIÓN
19 enero 2020
Ando por la ciudad gastando el polvo de las baldosas. Voy por los árboles, miro los escaparates. Observo la placidez de los hijos de la tierra y el caminar de la gente contemplando o comprando las fundas de sus cuerpos. Paseo por plazas aprisionadas en cemento, y por parques llenos de color bullendo de niños que, además de hacer estallar mis oídos, me ofrecen la felicidad de mirar el ser en su inicio lleno de inocencia y movimiento, de ilusión y gozo primigenio. Paseo sin pensar en mí ni en mis problemas. Voy abducido por la vida de afuera. Observo si la gente va deprisa, deseando llegar a su destino, o si vagabundea sin objetivo. Si muestra hambre insaciable de consumo, si solo toma el sol en un día cualquiera, o si en la mañana se sienta en un velador para hablar con los amigos, y acompañar al café, además de con un donuts o una tostada, con una ensalada de humos que contienen los productos de los motores en combustión interna de los vehículos: óxidos nitrosos (NOx), monóxido de carbono (CO), dióxido de carbono (CO2), y diversos compuestos orgánicos volátiles que como un ejército invasor toman el aire. Todo ello, por cierto, muy digestivo.
Como Robert Walser, uniendo poesía, escritura y paseo, salgo al mundo huyendo de mi buhardilla, o de los espíritus de los sueños (no es lo mismo soñar dormido que soñar despierto), donde la introspección es la reina de mis sombras, y vivo con los diversos seres que me habitan pugnando por un inútil predominio. Salgo afuera para salir afuera de mí. Quiero olvidarme de los demonios de la soledad (aquellos que no dejan gozar otra soledad que descubre palabras del alma). Deseo llenarme de vida en ese paseo, porque no encuentro otra mejor razón para vivir que esa, la de avanzar por la vida sintiendo que no soy un poste perdido en el desierto, sino un pájaro que va por la tierra braceando y mirando al cielo.
Antes amaba una soledad oscura. Me alejaba de los seres y de las cosas. Huía de todo lo vivo para encontrar solo en mí la vida. En el interior de esa sombra que corre por mis venas dialogaba con el ser que siento me ha creado. Había una profunda batalla entre preguntas, silencios, dolores, esperanza, vacío y el deseo de una magnanimidad alojada en lo más hondo de la nada. Me molestaba el ruido del tiempo y me escondía en las ruinas de mi soledad. Ahora no puedo pensar con gozo, o escribir, si no palpo el mundo con mis ojos de poeta deslumbrado, si no lo beso con mis palabras o lo mastico con mi alma. Ya no sé escribir sin mirar afuera.
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Colaborador Mediaset: proyectos España mira a La Meca, Quijotes del siglo XXI y tertuliano en Cuatro al día y La Mirada Crítica de Telecinco
Colaborador en Telemadrid: tertuliano en 120 minutos
Columnista del diario Marca
Columnista grupo de diarios Promecal (Castilla-La Mancha, Castilla y León y La Rioja)
Colaborador en TVE1: tertuliano en Mañaneros 360
Director de Fenavin, Fería Nacional del Vino.