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CONFIGURACIÓN
29 noviembre 1994
Jesús ajustó su corbata, que estaba escasamente ladeada y no se alineaba con la debida perfección al cuello de la camisa. Luego limpió minuciosamente los gemelos de oro, entregándoles el vaho celestial de sus labios. Después sus cabellos sobriamente platinados y revolvió con entereza aquella mecha gris que tenía por preferida, y bajaba lo justo hacia la frente dándole ese lozano toque juvenil que era envidia de colegas en madurez y éxito en Antena 3. Miró Jesús el reloj. Aún quedaban diez minutos para llegar al estudio e ir saludando uno a uno a la cohorte de invitados habituales. Tiempo, por tanto, de continuar con aquella revista personal. Mientras pensaba en el tema del programa -¿es J.A. Belloc un extraterrestre?- alisó algunos pliegues rebeldes del impecable traje, golpeando, además, con los dedos tres o cuatro motas de polvo que campeaban irreverentes en la pechera.
Al terminar de aderezarse Jesús miró al espejo. Su esfinge, ya canosa y con algunas arruguillas, vencidas con buenas dosis de pericia y camuflaje, desprendía una luz casi virginal, o quizá era el efecto de las destellantes sombras del camerino. De todas maneras era indudable que su rostro tenía aureola, como de héroe epopéyico: unos reflejos brillantes emanando de los ojos y chispazos en la sonrisa profidén. Viéndose así, frente al cristal, con tanto continente y contenido, le invadió un tímido halo de modestia carnal, de sentimiento de lo efímero, cierta angustia existencial por la hégira del tiempo.
-¡Que tanto bueno, un malogrado día, haya de ser polvo en los rastrojos del camposanto!- se dijo tanteándose orgulloso el palmito.
Pero no daba para más el poco tiempo que quedaba hasta el inicio del programa. Descendió, muy a su pesar, pues se habría quedado algún rato más contemplandose, al estudio, en donde todos le esperaban. Al verde el público aplaudió a ráfagas, pero él no saludo a nadie, se encaminó directamente a los invitados. Formaban ésta fauna novelistas de renombre, actores luminosos, poetas dicharacheros, políticos de relumbrón, cantantes afligidos, algún obispo, un torero y más de especies parecidas que no viene al caso relatar para no hacer el articulo interminable. A su lado, tenía a tres presentadoras ayudantes, monas ellas, expertas en decir cualquier frase que viniera al caso. Cuqui, Piluca y Jennifer se llamaban las monas.
Como el tiempo en televisión, según dicen, es diamante, todos se acomodaron rápidamente para comenzar la tertulia, situándose los invitados en un semicírculo rodeando a nuestro hombre, quien introdujo el tema: "¿Es nuestro Ministro de Justicia e Interior un extraterrestre?", dijo algo así como diez o doce veces, cambiando cada vez la entonación y el gesto, masticando cada sílaba y reiniciándose si observaba que algún invitado pretendía responder. Cuando todos estaban ya angustiados por tan plomiza sesión de redundancia, uno de ellos, osado y con buen manejo de la historia, un tal Sánchez Dragón, le cortó la retahíla. Al ser tema sobrenatural, le escucharon encandilados, esperando su docta sabiduría. Y mantuvo que sí, que Belloc era extraterrestre: lo denunciaban sus ojeras, imperfección propia de cualquier transmutación, y llevar dos ministerios, tarea que ningún hombro humano puede soportar.
A partir de esa dragoniana introducción se formó un quirigay entre unos y otros, entre ellas y ellos, entre los creyentes y los agnósticos, los heavy y los Punk, los de Jesulín y los de Curro, los de Chiquito y los de Torrebruno, posmodernos aquellos y clásicos estos, fandangueo que no dejó continuar nuestro protagonista. Nuestro hombre, una vez se hizo el silencio, volvió a replantear la pregunta, reiterativamente de nuevo. Esta vez agarró la alcachofa una diputada pepera y ceceante que parecía comerse, mientras hablaba, a las que estaban a su lado, que eran Cristina Almeida y Paca Sauquillo, quienes se iban encogiendo en la silla mientras ésta gesticulaba exactamente en la punta de sus narices. Y nuevamente se lió la verbena. Porque la diputada pretendía relatar la infancia de J.M. Aznar que había visto recientemente en otra cadena de la competencia. Y así siguió el asunto hasta el final, a manos de la algarabía y con el presentador doblando el espinazo hasta el suelo y con los brazos extendidos cada vez que quería poner orden, ya despeinado, injustamente, después de tanto aderezo preliminar.
Al final leyeron una encuesta realizada durante el programa entre los oyentes, la cual dio una abrumadora mayoría sobre la condición alienígena de Belloc. Es increíble, en este país no se puede ser guapo, alto, rubio, con los ojos azules y ministro. Las lenguas de doble filo hacen su agosto en estos casos.
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Colaborador Mediaset: proyectos España mira a La Meca, Quijotes del siglo XXI y tertuliano en Cuatro al día y La Mirada Crítica de Telecinco
Colaborador en Telemadrid: tertuliano en 120 minutos
Columnista del diario Marca
Columnista grupo de diarios Promecal (Castilla-La Mancha, Castilla y León y La Rioja)
Colaborador en TVE1: tertuliano en Mañaneros 360
Director de Fenavin, Fería Nacional del Vino.