20/10/2012
Lo primero que ha hecho Esperanza Aguirre al llegar a su puesto de trabajo ha sido pedir permiso para llegar tarde, y no será la primera. Mal comienza, o continua, la nueva ciudadana, generando dudas con los funcionarios, pues no se cansó, cuando estaba en activo, de meter cizaña en lo público, de generar desafección hacia los profesores con declaraciones y matracas. Los maestros han sentido la vara liberal de Esperanza en sus muslos, que consistía en regañarles porque tienen demasiadas vacaciones. Los culpables de la crisis son los funcionarios. Algo así se llegó a escuchar antes de que ya sepamos que la culpa es de los que se han llevado nuestro dinero. Con los cuarenta mil millones de Europa podríamos revalorizar las pensiones durante diez años.
Para mí Esperanza representa el tipo de político bananero. También Bono, el hombre de los platós, experto en dimes, diretes, chismes, poses, frases, egotismos, pasarelas, chistes, proverbios y cantares, al cabo espectáculos en los que se pasea como si fuese un pavo real. Son políticos de palabra y cámara, de frase y sentencia, de fotografía y cara bien puesta. Van sobre todo de amantes de lo popular. Halagan con tanto arte al albañil o al camarero que estos llegan a pensar que son como ellos, de su propia clase. Hablan para todo el mundo menos para la gente inteligente.
Me comenzó a caer mal (políticamente claro) Esperanza Aguirre cuando confundió al Nobel Saramago con una inexistente pintora llamada Sara Mago. A ella le llevo la pícara pregunta de un periodista. Es decir, es una señora algo inculta. Y en razón a esa capacitación ascendió en política, incluso la pusieron de Ministra de Cultura, que es lo más lógico teniendo en cuenta lo que sabe de letras y humanidades. O igual la pusieron para insultar, con su sola presencia, o esencia, al clan de la ceja, también llamados titiriteros por periodistas de extrema derecha, expertos, sobre todo, en dar dolor de cabeza a quienes les oyen a diario.
A mí este tipo de político es que no me pone. Bono dio serios avisos de esa obsesión mediática que lo lleva de plató en plató contando chismes, hablando para los que no piensan y pensando en los que no hablan, sobre todo en sus raquíticos bolsillos. También queriendo ser útil para la política del momento. O sea, diciendo siempre aquello que a la larga escuece en el culo a su partido.
Envidio a los que tienen políticos serios. Esos países de Centroeuropa. Porque la política es algo muy serio. No es asunto de chanzas, camelos, frases, sino de sabia acción, pues entre bambalinas y pachangas se juega nada menos que el futuro de nuestra gente. Admiro al político que, como el buen médico, acierta más con el diagnóstico que con la sonrisa.
Impreso desde www.manueljulia.com el día 30/11/2023 a las 05:11h.