30/03/2008
Si alguien no cree en las musas que mire los ojos rasgados, profundos, intensamente egipcios de Sara Montiel. Yo creo en las musas, al margen de Sara, pues tengo mi musa particular, de cabecera, desde hace más de treinta años y con su inspiración voy avanzado por la vida. Pero quien no crea que mire a Sara con la piel tersa de los días jóvenes y adolescentes, o con la piel cansada por la tortura de los años y percibirá como a veces una mujer puede ser una musa y una diosa y una ninfa o cualquiera de las otras especies de divinidades femeninas que se nos cuelan a los hombres en los sueños. Ahora tengo una foto al lado del ordenador, y mientras escribo sin quitar mis ojos de sus ojos me imagino a Gary Cooper preguntándose si después de Sara podría admirar cualquier otra belleza femenina. La de Sara, de la que todavía queda bastante, se suele comprimir sobre todo en los ojos, como decía, y aun a pesar de los desgarros de tanto amanecer, se ven tan intensos que parecen estar naciendo todavía, las luces oscuras de una princesa árabe que se ha escapado de las mil y una noches para vivir en la realidad sobre una llanura manchega. Pero desde la realidad es de donde mejor se asienta la imaginación. Y por eso Sara es una musa, porque despierta la imaginación, porque alimenta con su belleza la sed de belleza que siempre tienen los poetas. Sara significa princesa en hebreo. Y el contenido de su nombre lo tiene en toda la desnudez de su rostro, es princesa de nacimiento sin que tenga otra estirpe que la de su genio y su talento para la vida. Fue la musa de la transición y la musa libertaria del franquismo y como musa de la democracia a veces aparece emergiendo de una enciclopedia de imágenes en la que están todas sus películas. A veces aparece también por su tierra y los molinos se vuelven gigantes y las gentes de su pueblo se sienten orgullosas de haber lanzado una musa al mundo para que también se admirara La Mancha. Y la Mancha a veces se acuerda de que está todavía tan cerca como siempre, en aquellos escenarios en los que la luz del insuperable atardecer manchego viajaba hasta Hollywood.
Impreso desde www.manueljulia.com el día 30/11/2023 a las 04:11h.