31/12/2006
No escribo de las que formarán sus pespuntes de oro dentro de las copas de champán para recibir al año. No, no hablo de las burbujas que esta noche estallarán a las doce en cada casa, venciendo un año y llamando a otro a ser quizá casi lo mismo. Por cierto, que en hablando de copas, a mí me gustan las clásicas, las de cáliz ancho y pie corto, llamadas Pompadour por la creencia de que fue un seno de Antoinette Poisson, que así se llamaba la famosa amante de Luis XV, el molde sobre el que fueron diseñadas. En fin, que no me refiero a la jarana navideña, sino a otras burbujas que durante todo el año se balancean por las anchas avenidas y por los recónditos barrios creciendo como globos interminables. Me refiero a una burbuja, a la inmobiliaria, más difícil de estallar que los débiles granos de luz que despierta el champán en la noche. Dice el gran Galbraith en un insustituible librito llamado Breve historia de la euforia financiera, que por desgracia el capitalismo lleva en su seno las semillas del deterioro recurrente. Esto quiere decir que es prácticamente imposible que a un período de bonanza no suceda otro de crisis económica. Lo difícil será saber el momento y la intensidad, pero llegar, claro que llegará. Y el detonante será, por supuesto, uno o varios sucesos de los que ahora no tenemos la más mínima noticia. La gran depresión de USA comenzó por una falsa información sobre huracanes que tiró el precio de las viviendas en la costa. Cierto que ahora las crisis son menos cruentas. Pero cuando la especulación crea su burbuja, tarde o temprano ha de aparecer el puñal de la realidad. En USA ya se habla de pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Aquí cifran los expertos el próximo año como el inicio de la caída. Algunos constructores me dicen que aún quedan tres ó cuatro años más de chollo. No sé, me fío más de los constructores que de los expertos. Pero el pinchazo, tarde o temprano, llegará. Fue Newton el que dijo: Puedo medir el movimiento de los cuerpos, pero no puedo medir la locura humana. En fin, ya veremos.
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