02/03/2006
A pesar de que se han escrito tantas definiciones sobre la poesía, y de que ninguna me satisfacía, ayer sentí una en mi cuerpo, arriba, en la cúspide del Valle de Alcudia, allá en donde el puerto de Niefla guarda la gran llanura y pueden, por tanto, descansar las encinas de los vientos del sur. Venía de viaje. Llovía suave. Era un ligero chirimiri que me acompañaba desde las vegas de Córdoba. Al llegar a Montoro, y a las oscuras montañas de Sierra Madrona, la lluvia, más intensa, golpeaba en los cristales del automóvil casi al ritmo de la Marcha Turca de Mozart que sonaba en la radio. El paisaje acogía esa lluvia con destreza y silencio. Las montañas danzaban por el agua, parecían agradecer a los cielos la sumisión de su vieja sequedad a las entrañas de las nubes. Luego traspasé las fronteras andaluzas y llegué a los primeros vientos del Valle de Alcudia. Observé las encinas solitarias y los cortafuegos, los grandes pinos mirándose aritméticamente, como soldados de un ejército verde, los chaparros heridos de belleza y alma. La lluvia volvió a ser suave, y por un momento, no pude dejar de pensar que iba viajando por alguno de los densos bosques de Galicia o por perdidas gargantas canadienses que esconden tierras vírgenes y silentes. Pasé luego Fuencaliente y la sentí desde abajo como colgada en los terraplenes del viento. Entonces la lluvia se volvió una bruma casi mitológica. Era como un telón blanco al que nunca llegaba, una cortina de seda, el latido de las venas del frío. Desde arriba, en Niefla, la bruma calmaba la llanura. Me pareció el vestido de un paisaje desnudo que desea esconderse. Y me paré en la cúspide del puerto. Miré hacia Pulido y admiré uno de los paisajes más bellos que he visto en mi vida. Alcudia, entonces, era la mejor definición posible de la soledad. Entonces recordé que alguien, quizá JRJ, había escrito que la poesía es el pensamiento de la soledad. Hasta entonces no lo había entendido. Pero ayer, desde Niefla, mirando el valle sin nadie, la tierra casi sin límites, sentí una forma de poesía que recomiendo a los nostálgicos. En fin.
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