23/01/2022

SOLO EL AMOR TIENE SENTIDO

En todas las calles del pueblo, en los caminos del campo, en las chimeneas que parecen centinelas helados, la niebla del amanecer avanza y se apodera de todo. Y mientras la miro desde el ventanal de mi buhardilla no puedo dejar de sentir un profundo sentimiento de duda, una desazón que siento más espiritual que física y que se comprime en esa pregunta sin respuesta, al parecer exclusiva de lo humano, que no podemos dejar de hacernos si miramos dentro de nuestro ser. A veces surge y la vieja fe que me enseñaron en la iglesia la hunde en la certeza de un bello destino. Pero otras, quizá cuando una extraña melancolía envuelve, como ahora la niebla, las pocas o muchas luces de mi mente, la razón se enfrenta al vacío y quiere encontrar un sentido más allá de la pura biología, un sentido a la realidad y a mi presencia en ella, a la existencia en ella de los miles de millones de seres que han sido, son y serán en este mundo perdido entre un espectáculo de luces y de infinito. La pregunta es inevitable, surge como el borbotón de una sombra profunda: ¿Todo esto para qué? Todo este teatro inmenso de vidas que se agotan, sufren, gozan, creen, descreen, recuerdan, olvidan, abrazan, matan por qué ha de ser una presencia entre dos puntos difusos, o bajo la certeza de vivir en un tiempo que morirá en el olvido. Todos estos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia, dice el replicante Rutger Hauer en Blade Runner, de Ridley Scott.

Solo amando se puede sobrevivir, dice Carson McCullers, en El aliento del cielo. Esa frase se me convierte en un faro de letras que surge en la lejanía de la niebla, y mientras el sol va llenando de luz el telar del viento, medito si dentro de ese caos que principia y continua todo, el amor, con mayúscula, puede ser el hilo que de sentido a las perlas desperdigadas. Imagino mirar afuera, y adentro, a través del cristal del amor, y la sensación de angustia se convierte en sensación de calma gustosa. Dentro de mí está esa fuerza y siento que desde ella la gran pregunta sin respuesta puede tener una que no la resuelve, pero al menos me procura una felicidad natural. ¿Todo esto para qué?: Para amar. Puedo amarlo todo. Avanzo en la mañana soleada y veo una calle llena de gente y una luz hermosa entra dentro de mí. Miro un pájaro en el cielo o me encuentro con un viejo amigo y desde esa ciencia del amor encuentro un sentido de ser en la propia evidencia de vivir. La desazón existencial se convierte en un placer vital más cerca de la luz que de la oscuridad. A media mañana la niebla huye y veo un espejo limpio que roza el viento. La vieja duda se me convierte en una creencia hermosa: solo el Amor tiene sentido.

Impreso desde www.manueljulia.com el día 27/09/2023 a las 01:09h.