05/03/2003

Otras guerras

Además de la posible guerra contra Irak, existen otras muchas cotidianas, que se celebran a diario en nuestro propio territorio. No sé, me acuerdo de las 700.000 personas afectadas por la maldita enfermedad del Alzheimer. Frente a este terrorismo de la biología apenas existe más concienciación que la de la diligencia angustiosa de los familiares. Todavía no nos hemos convencido de que tenemos ahí un ejército quintacolumnista que introduce sus células perversas en el balcón diario de la vida. Nos habla Margarita Retuerto, esposa de un enfermo, de lo duro que es convivir con alguien que se va yendo al pasado, sin esperanza; además, expresa que no se está haciendo lo posible, y que “la enfermedad tendrá cura el día que se invierta en ella, como pasa con el cáncer”. En esta batalla el gobierno podría saciar sus ansias militaristas, y dar alguna esperanza de futuro a las miles de familias que, en desigual contienda, ven sus trincheras invadidas día a día por un enemigo poderoso.

Son muchas las guerras cotidianas, vigentes, en las que vamos perdiendo batallas. Leo que el defensor del pueblo José Chamizo se queja del trasiego que se traen con los inmigrantes ilegales, en este caso abandonados toda una noche en Algeciras después de capturarlos en Palos de la Frontera, a 300 kilómetros. Aquí existe otra guerra, la de la impiedad, la del olvido, la del egoísmo. Hace poco se escuchó a un patriota decir que las pateras habría que hundirlas a cañonazos. Y existen muchos más, que desde una verborrea metafórica, piensan lo mismo. Claro, esto no lo va a hacer nunca el gobierno, de momento. Pero en tanto, trata a esos parias que se atreven a mirar demasiado cerca nuestro robusto escaparate como bultos indeseable. En algún lugar habrá que almacenarlos para que no molesten, o quizá también, para que no huelan.

Pues bien, ahí tiene nuestro gobierno, incrustados en sus propias filas, terroristas de la razón y del corazón contra los habría que luchar empleando las más eficaces armas de una sociedad civilizada, centrista, solidaria, insatisfecha con la injusticia. Me gustaría que el belicismo responsable de los conservadores se dirigiera, con igual intensidad, hacia la lucha contra estos y otros ejércitos interiores que socavan nuestra dignidad social, que son más poderosos cada día. Y que, aunque no viéramos tantas fotos al lado del Jefe del Imperio, cogiendo los primeros fusiles, sí detectáramos un belicismo tenaz por defender en lo posible esos principios de Occidente que la profunda incultura de Bush es incapaz de comprender.

Impreso desde www.manueljulia.com el día 01/04/2023 a las 16:04h.