El Diario de Facebook

26/06/2021 - 00:00 h.

EL EXTRANJERO

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Primer día sin mascarilla en el exterior.

Sábado de junio, halo de tristeza, melancolía amarga.

Estoy revisando toda mi poesía para un estudio y antología que van a hacer, y al encontrarme con este poema, "Origen", he sentido que entonces, hablo del 2009, un impulso vital, surcando la oscuridad, salió de dentro para decirme la verdad que yace mas adentro de mí: me siento un extranjero en esta vida.

Creo que es una verdad universal. Todos, hasta los mas arraigados y terratenientes de la existencia, son lo mismo, extranjeros, solo que no se han dado cuenta.

Ojeo un libro que fue de cabecera, "El extranjero", de Albert Camus (está antes que "El mito de Sísifo" en sus Obras Completas de Alianza, oscura premonición), y releo que la obra comienza: "Hoy, mamá ha muerto. O tal ayer, no sé". Mi último libro "Madre", quizá ha estado latiendo en mí desde que leí esa frase. Cuando la vida avanza hasta muy lejos, uno confunde el pasado, el presente y el futuro, y siente que muchas cosas que parecen de ahora nacieron ayer,  quizá cuando un sueño rompió los ojos perdidos, o cuando un amanecer irrumpió mostrando un camino en el tiempo. 

Me pregunto si uno debe vivir en el pasado, en el presente o en el futuro, y más allá de la "boutade" de decir que siempre es presente (la percepción del tiempo no es lineal, es sicológica, subjetiva...) creo que uno vive en los tres, y quien no lo hace así se queda algo huérfano de sí mismo.

En el pasado dejando que lo hermoso que fue te riegue hasta germinar en ti el mas florido jardín de tu alma, en el presente para cruzar el puente que hay entre ayer y hoy, y en el futuro para poder continuar el camino.

Pero ay de aquel (o aquella), como diría el Cristo, que ahogue la flor que el pasado dejó en su pecho, o no siga el olor del viento fresco que ofrece el futuro, no sabrá sentir la pasión que sienten los extranjeros cuando se adentran por tierras desconocidas, y encuentran un bello lugar para el reposo.

Cuando escribí este poema (a pesar de que se llama "Origen" es el último de "Sobre el volcán la flor", tituló que es un maravilloso verso de mi amado Bécquer), estaba diciéndolo todo, por qué escribir, por qué luchar, por qué amar, por qué navegar, por qué ser, es decir por qué uno no debe ser una frase escrita por los demás, las apariencias, las normas sociales...

En él hablo de "fantasmas errantes", "territorios salvajes", "olor de campo", "frío de la ceniza misteriosa", "hambre de besos y abismo", "destierros desconcertados", "muerte de las palabras", "llanuras quebradas", "olvidar el dolor que se despide", "sentirse de ninguna parte", "ser un borracho tomando un cóctel de palabras en un bar hecho de sueños". Hablo de la vida. Su complejidad, su contradicción, su esencia de destierro, su presencia como premio o castigo.

Al final, después de escribirlo, en un momento de profundo dolor innominado, abrí la ventana y con el fresco de la noche me tome un vaso de niebla que llegó más adentro de mi estómago, y me dio sueño.

Me dormí, y aún todavía no sé si desperté o sigo dormido.