El Diario de Facebook

11/05/2021 - 00:00 h.

LA PUERTA DE LA LIBERACIÓN TIENE UNA VOZ ÁSPERA

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Mayo de sol y brisa fresca, día 11, martes

Esta mañana, mientras me desesperezaba y arrancaba de mis pupilas una noche de insomnio, el móvil, arrinconado en el alma del espejo, fuera de mi vista, a veces lo odio, ha sonado llamando mi atención. Como es el pequeño dios que nos domina, fui hasta él y vi un número muy largo destellando en su ventana. Una voz femenina monótona y agria me dijo:

-¿Es usted Manuel Juliá?

-Sí. Yo soy, qué desea usted de mí -le dije mientras un bostezo repentino difuminaba mi voz.

-Pues decirle que mañana a las 13,30 tiene una cita para vacunarlo -me comentó con una voz sin alma, áspera, como de regañina.

-¡Santo Dios! -le dije soltando mis cuerdas vocales aletargadas- es usted heraldo de una maravillosa noticia que llevaba mucho tiempo esperando.

Eso de llamarla heraldo (menos mal que no la llame "heralda") no debió caerle bien a mi mensajera matinal, porque no se anduvo con remilgos al decirme:

-¡Santo Dios!, qué tonto es usted, nadie me ha llamado "heraldo", la gente se alegra y punto, algunos dicen vale y ya está -más que voz femenina la suya era vozarrón de feria, de juzgado, de condena.

-Bueno, no se enfade señora, muchas gracias por darme tan buena nueva -le dije obviando que era una señora un mucho borde.

-Ande -me respondió levantando una voz cazallera y militar-, debe ser usted un tipo complicado, cállese y no me sea tan fino, se vacuna mañana y ya está, le dejo que tengo que llamar a más gente.

Y colgó. Nunca de una manera tan áspera me habían dado una noticia tan dulce.

Después de tan gratificante nueva el día ha sido para mí distinto. Esa losa que, como todos, he llevado sobre la cabeza, metida en la mente, con un titular que dice COVID, ha empezado a desmoronarse y en algunos momentos me he sentido como si ya estuviese vacunado.

He pensado que lo que hoy ha ocurrido es que el Destino, que es el gestor de nuestra historia, manda el mensaje de que el dolor, el placer, la tristeza y la alegría, son los personajes indispensables  de cada momento de nuestra vida. Son dos mentiras que nos muestran su verdad y nos aprietan el alma para exprimirla y decirnos qué debemos sentir.

Me levanté muy triste. Me costaba empezar el día. Era de esas mañanas en las que no me habría importado continuar en la cama metido entre las sábanas y seguir con los ojos cerrados como si el mundo real fuese el de mis sueños, y nunca habría de abrirlos para encontrarme con el aire del presente.

Pero la llamada de esa señora tan borde me dijo que quizá siempre hay una bella noticia esperándonos cuando no la esperamos. Que no debemos perder la fe en que algo bueno habrá de pasarte cuando nada esperas.

Me habría gustado llamar a la señora y decirle:

-Señora la envidio, es usted una borde, pero el Destino la ha puesto a dar buenas noticias a la gente. Usted demuestra que lo hermoso puede estar escondido incluso entre lo más desagradable.