13/03/2020 - 00:00 h.
Que otra cosa puedo hacer mejor que escribir.
Las calles están desiertas y el mundo se parece cada día más una serie distópica de cualquier plataforma.
La sensación que tengo es que nos hemos vuelto como abejas, cada uno en nuestro panal y nuestra celda.
En la tele dicen que los niños ponen dibujos en los cristales. Qué gran idea.
Qué pensarán ellos de esta situación inesperada.
En mi artículo de hoy recomiendo usar este tiempo para meditar en uno mismo.
Es una maravillosa manera de no perderlo.
Los músicos se unen para hacer festivales on line, los nerviosos insolidarios arrasan los supermercados...
El sol luce con esa belleza del invierno pálida y serena.
Me mando wasap con amigos, nos enviamos noticias que enseguida inundan las redes.
El virus, que parecía muy lejos, se ha apoderado del presente
Y habrá que luchar para que no lo haga en el futuro.
Decido no ver declaraciones de políticos (sobre todo de líderes de Comunidades Autónomas), salvo lo que diga el presidente.
Solo deseo escuchar a profesionales sanitarios.
China, que nos metió en este lío universal, usando la fuerza de la dictadura ya ha vencido al virus y mientras deja la mierda al mundo celebra su victoria.
Trump, Torra, Boris Johnson...y demás fantoches que la mediocridad política alienta, aprovechan el momento para exacerbar su pestífero nacionalismo.
Leo un artículo de Claudio Magris que es casi un epitafio que llora la muerte de la civilización occidental...
La ilustración, el estado del bienestar, el sueño de un mundo global justo, a tomar por culo, dice Magris.
Es la hora de los que venden la miseria estrecha de la tribu.
Hay momentos en los que todo esto me entristece, pero luego pienso que de peores hemos salido.
Le escribo a un amigo diciéndole que cuando esto pase tenemos que recordar que hay que ser felices con las buenas cosas cotidianas.
Esperamos el estado de alarma, pero verdad es que ya llevamos unos días alarmados.
Odio a la gente que se pone nerviosa, muestra su
Egoísmo y lo empeora todo.
La señora del tiempo dice que hoy hará un día primaveral.
Sol en el cielo, viento suave, alergia encendida.
Se habla de dar a los sanitarios un aplauso a las diez de la noche, abriendo las ventanas.
Me parece muy justo.
En estas circunstancias siempre son más decisivos los miles de héroes anónimos, que responsables de mejorarlo todo.
El sol penetra por las ventanas y lo ilumina todo.