14/01/2021 - 00:00 h.
Once meses de pandemia
El primer sol de la fría mañana enciende las pupilas, se estrella en los ojos como el calor de una vela que renace al amanecer. Soy del verano y el torso desnudo bajo el sol, pero bien abrigado el frío me despierta la mente, me hace sentir renacido después de la oscuridad de la noche. Seis grados bajo cero, el campo henchido de escarcha, el cielo azul cristalino y el horizonte absorbiendo la poca bruma que queda de la nieve. Después de todo, siempre amanece, que no es poco, como dice la película de José Luis Cuerda. Amanece, al menos para que volvamos a intentarlo otra vez: conseguir la paz (exterior e interior), la felicidad o los sueños, o el buen final de aquello que tanto hemos trabajado. Amanece, la vida siempre da una segunda oportunidad, hasta que un día ya no lo hace. Ese será el día que ya no amanecerá. Pero hasta entonces es y será hermoso recibir el cálido aliento del sol en los ojos.