06/09/2009
Cierto día iba un loco conduciendo en sentido contrario por una autopista. Los coches con los que se iba cruzando, y con los que no chocaba de milagro, le realizaban todo tipo de gestos llamándole la atención: le encendían las luces, tocaban el claxon, movían los brazos agitados, incrédulos…. El loco apenas se percibía de tan llamativas denuncias. Iba a lo suyo, como si fuese el único conductor de la autopista. Llevaba encendida la radio y la tenía en el dial que informa sobre la situación del tráfico. Y escuchó un aviso diciendo a los conductores que tuvieran cuidado, que un loco iba en sentido contrario. El tipo, al escucharlo, puso gesto de extrañeza, y aunque iba sólo, dijo en voz alta: ¿Un loco? que va, muchos, muchos locos. La verdad es que éste tipo, aunque pudiera ser considerado un loco, también era algo mucho más prosaico: un imbécil, un necio, o por decirlo más llano, un ignorante. Porque sólo un ignorante puede considerar que la verdad es sólo aquello que cabe en su cabeza. Y hay gente así, tan necia, que está convencida de poseer una verdad absoluta sobre cada cosa. De estos españoles ignorantes, que por cierto a veces acceden a posiciones de poder, decía Machado que desprecian cuanto ignoran. No saben que la sabiduría consiste, como decía Sócrates, en que uno, conforme va aumentando sus conocimientos, lo que realmente hace es descubrir cuánto desconoce. Por eso Sócrates estableció en el culmen de la sabiduría su famosa máxima: Sólo sé que no sé nada. Es decir, lo contrario de lo que piensan estos listos, que solo saben que lo saben todo. Y así uno encuentra por aquí, con cierta asiduidad, a verdaderos lerdos sentando cátedra sobre cualquier tema del que, lógicamente, lo desconocen casi todo. Estos leen un folleto, un prospecto o una solapa y piensan que tienen un doctorado. Además, cuanto más ignorantes, más satisfecho es su gesto de sapiencia, su movimiento profesoral de manos y la incontinencia de su verbo. Lector, si has llegado hasta aquí, seguro que tienes en tu mente varios nombres que forman parte de esta cofradía de eruditos. Otra señal de su presencia es que no suelen dejar que el prójimo hable. En fin, como he leído que un loco condujo 42 km en sentido contrario por la A-41, pues me ha inspirado este artículo, dedicado, por cierto, a los que todo lo saben.
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