31/05/2008
Cuando era un niño vivía en Castilla La Nueva y ahora vivo en Castilla La-Mancha. Aquella que llamaron nueva era una realidad exclusivamente administrativa. Existía sobre todo en los mapas. Y la tierra se llenaba de un montón de delegados que representaban al Estado y pedían permiso a Madrid para arreglar las cosas. Pero aquella Castilla, a la que dejaron fuera de los planes de desarrollo importantes, tenía más pasado que futuro. Si pusiésemos ambos en una balanza saldría aquel hermoso poema de machado en el que el dominio del ayer se convertía en presente ahogado, servil, lleno de inmensos espacios en los que no habitaba casi nadie. La mejor definición que se ha hecho de la nuestra, en esa era pos-imperial que comenzó en el XVII, es que éramos una tierra de paso. Qué definición más horadante y cruel. Una tierra de paso es aquella que nada ofrece al que se acerca, salvo ser una etapa para algo más importante. Y desde un punto de vista político, desde aquella división del estado de De Burgos y sus reformas, adquirimos el hermoso rango de sucursal. Sucursal de Madrid, espacio que rodea la urbe y la historia ha dejado lleno de ausencias, lleno de aspereza y vacío. Pero todo cambia cuando se estructura el Estado en autonomías. Y ese régimen autonomista, que tanto gusta despreciar a los nostálgicos de la dictadura y a los politólogos de onda y mantel, a nosotros nos ha ido muy bien. No daré datos, porque abrumaría. Aunque me gustaría destacar un argumento: con la autonomía, después de varios siglos, hemos conseguido tener más futuro que pasado. Digo más, ha llegado un futuro que jamás podríamos esperar si no hubiésemos tenido nuestra propia identidad. Ahora ya no somos de paso. Cien mil rumanos que habitan en nuestra provincia lo demuestran. Vinieron, sintieron el latir de nuestro futuro, y se quedaron para tener ellos también su futuro. Ya no somos un lugar por el que se pasa y se olvida. Jugamos con buenas cartas la partida del futuro en el Estado, y sobre todo, miramos a los ojos a los otros, sin complejos, sin serviles humildades, con una autonomía que ya no tiene un gramo menor de esencia que las otras.
Breve extracto del texto "La poesía de Manuel Juliá: La escritura del corazón", de Jesús Barrajón Muñoz, profesor titular de Literatura Española en la Universidad de Castilla-la Mancha, Facultad de Letras.. . Hace ahora veinticuatro años que Manuel Juliá (...
CONTRAPORTADA. Decidí de lo que iba a escribir, escribiría de ella. Aún no sabía ni la estructura ni el contenido, ni siquiera si sería un libro de poemas o una novela, pero tenía claro que escribiría sobre de ella y que el libro se llamaría Madre, el más ...
Nueve apasionantes relatos, basados en el terrible lenguaje de los hechos, en los que el periodista y poeta Manuel Juliá expresa la intrahistoria de los Quijotes del siglo XXI de los que se ocupa el programa de Mediaset, inspirándose en su idea original. H...
El sueño de la muerte (2013), El sueño del amor (2014) y El sueño de la vida (2015), publicados en Hiperión, se pensaron por su autor como una trilogía que ahora se reúne en un solo libro en el que destaca su coherencia poética. La Trilogía contiene una via...
Si desea recibir información de esta página: