LA CANCIÓN DE ALASKA

02/07/2023

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Libre entre la multitud, ebrio de las luces de la noche, perdido en sí mismo como nunca pero sabiendo quien es y donde está su verdadera casa y su mundo verdadero. Libre entre las palabras hermosas. Libre entre los abrazos sin miedo, sintiéndose feliz y bella sin tener que contentar a nadie, que escuchar a nadie, que justificar a nadie por qué siente lo que siente y es lo que es. Como la pastora Marcela naciste bella y nadie puede ser propietario de esa belleza, le dije. Libre escuchando la canción de Alaska y Dinarama que suena por todas partes. "¿A quién le importa lo que yo haga? ¿A quién le importa lo que yo diga? Yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré". Las luces azules y el viento mojado en ginebra van por el centro de Madrid embriagado de risas. Las carrozas son pequeños escenarios en los que el jolgorio y la paz de la alegría viajan por las calles. Hay gente por todos lados y de todas las edades y de todas las condiciones sexuales. Desde algunos balcones, vecinos irritados por esa exaltación de la alegría, lanzan miradas que van como cuchillos al corazón de la gente.

"La gente me señala, me apuntan con el dedo, susurra a mis espaldas y a mí me importa un bledo". En el pequeño pueblo de la llanura tu primer sentimiento, al conocer tus imprevistos deseos sexuales, fue de angustia. ¡Qué será de mí!, pensaste cuando observabas miradas de asco. Recuerdas los paseos por la plaza y la punzada de bochorno. Recuerdas el desprecio de tu primer amor y como tu nombre se convirtió en pasto del ridículo absurdo, y como te desterraron al mundo de los extraños, los distintos, los equivocados. "Yo sé que me critican, me consta que me odian, la envidia les corroe, mi vida les agobia". Sientes que estás en un camino nuevo, que han aumentado los aliados y que la sociedad se ha vuelto más amante de la libertad, aunque todavía hay restos de malas miradas, incluso de hechos violentos, como los de esos grupos de radicales homófobos que maltratan, que vejan, que odian y sueltan esa rabia de la oscura caverna.

Riada multicolor de gente. Un océano de seda y alma. Un campo de luces destellantes por la ciudad. La imaginación rompiendo el asfalto. La danza de la gran verbena alcanza a todos. La danza de la libertad es azul, como los ojos de Matt Bomer. Es azul como el cielo del pueblo en los días de julio, azul como el agua del mar. El mar, la gran libertad, hermosa y difícil, bella y dura, feliz y dolorida. "Ya es demasiado tarde para cambiar ahora. Me mantendré firme en mis convicciones. Reforzaré mis posiciones. Mi destino es el que yo decido, el que yo elijo para mí". Algunos pretenden elegir por ti, cambiarte para que seas como ellos quieren. Pero nunca lo conseguirán, porque tú eres así y así seguirás y nunca cambiarás.