25/04/2021
Desde hace tiempo se sabía que la única solución a este desastre sanitario y económico era la vacuna. Daba terror pensar en los plazos que algunos científicos daban. Algunos decían que mas de dos años. Sentíamos que nuestra realidad se iría diluyendo poco a poco en mundo distópico. Pero la poderosa fuerza humana ante la catástrofe (esa decisión ancestral del Homo sapiens de unirse ante el peligro que nos ha salvado en muchos momentos, e incluso ha conseguido situarnos como la especie dominante), consiguió que en el mes de diciembre del año pasado ya existiera una vacuna viable. En no mucho tiempo comenzaron a aparecer otras, y ese "milagro" nos hizo mirar el horizonte y decir: "Tenemos vacuna, estamos salvados". La investigación, fuertemente apoyada por el sector público (más del 90 de los gastos de AstraZeneca por ejemplo) hizo su trabajo. Ahora queda, como en el funcionamiento de cualquier producto, la producción y la distribución, que depende de la producción primero, y después de las estrategias de vacunación masiva que puedan realizarse.
Ese optimismo antropológico inicial ha quedado roto con la producción. Las farmacéuticas no han sido capaces de fabricar las dosis necesarias con la suficiente rapidez, y a cinco meses de tener vacunas solo se han producido mil millones en el mundo, cuando somos casi 8 mil millones. Además, teniendo en cuenta que la pandemia es un problema global, se ha distribuido casi todo en los países ricos. A Emiratos Árabes, por ejemplo, han llegado 87,55 dosis por cada 100 habitantes; a USA 50,41, mientras que en Mauritania hay 0,06, en Libia 0,01 o en Sudáfrica 0,49. A Camerún solo han llegado 45 vacunas. En nuestro área, salvo el Reino Unido, que sacará pecho de no estar en la UE con 65,48, el resto andamos por cifras que rondan la treintena.
Las farmacéuticas, como es lógico, funcionan optimizando el beneficio (22 mil millones han ganado o recapitalizado), de ahí los problemas con la de Janssen, verdadera solución mundial, pero con la que menos se gana. Pero no ha de ser así por los poderes públicos, que han de defender la salud pública antes que el crecimiento voraz de los beneficios de una empresas. Por ello no entiendo por qué no se han expropiado, por evidente interés social, las patentes, dando la posibilidad de que la producción aumentara de manera exponencial. Esta expropiación es totalmente viable, pues a las farmacéuticas se les abonaría los gastos de investigación y otros. Pero no se ha hecho, y no sé si se hará. Deberíamos exigírselo a todos los partidos porque esto lleva paso de tortuga, cuando no tendría porque ser así, ya que las opciones de vacunación masiva son variadas y reales. Pero no se hacen porque no hay vacunas.
Breve extracto del texto "La poesía de Manuel Juliá: La escritura del corazón", de Jesús Barrajón Muñoz, profesor titular de Literatura Española en la Universidad de Castilla-la Mancha, Facultad de Letras.. . Hace ahora veinticuatro años que Manuel Juliá (...
CONTRAPORTADA. Decidí de lo que iba a escribir, escribiría de ella. Aún no sabía ni la estructura ni el contenido, ni siquiera si sería un libro de poemas o una novela, pero tenía claro que escribiría sobre de ella y que el libro se llamaría Madre, el más ...
Nueve apasionantes relatos, basados en el terrible lenguaje de los hechos, en los que el periodista y poeta Manuel Juliá expresa la intrahistoria de los Quijotes del siglo XXI de los que se ocupa el programa de Mediaset, inspirándose en su idea original. H...
El sueño de la muerte (2013), El sueño del amor (2014) y El sueño de la vida (2015), publicados en Hiperión, se pensaron por su autor como una trilogía que ahora se reúne en un solo libro en el que destaca su coherencia poética. La Trilogía contiene una via...
Si desea recibir información de esta página: