26/11/2020
Vivió con la voracidad del que quiere devorar la vida. Y la vida lo devoró a él. Puso su corazón siempre en sexta velocidad, y su corazón besó los rastrojos de las curvas más difíciles de la existencia. Dios le dio el talento de los dioses del fútbol. Cada gramo de su cuerpo estaba preparado para el balón. Pequeño, fuerte, centro de gravedad bajo, neuronas albergando una clase infinita, velocidad endiablada, instinto aguerrido en la cancha. Con su don, desarrolló una belleza sublime sobre la yerba, un especial instinto para el gol, una inteligencia pícara de barrio para atraer a la gente.
Algunas de las mejores jugadas de la historia del fútbol están en sus botas. vuelvo a ver en vídeo el que llaman El gol del siglo hechizado por la narración de Víctor Hugo Morales, quien más que locutor se convierte en profeta de una hazaña. "Gooooool... ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaazooo! ¡Diegooooo! ¡Maradona!". En ese gol increíble, Diego amansa la pelota en el centro y con el control, dándose la vuelta, deja a dos jugadores ingleses con la mirada clavada en su espalda. Avanza por la derecha en pequeños y raudos trotes, rozando el balón con la izquierda con una sutileza quirúrgica. Le sigue una legión de ingleses mientras se dirige voraz a la portería. Al primero que llega, lo engaña y se marcha con un toque con la izquierda. Cerca del área, cambia el regate y penetra como un invasor soberbio. Allí, mientras el portero quiere ser una delgada empalizada, otro defensa le entra fuerte por la espalda, lo derriba, y mientras cae, golpea el balón hacia la red. Cinco jugadores ingleses burlados. Todo un equipo preguntándose cómo se atreven a retar a un genio tan enorme.
Me acuerdo de uno que vi en el Bernabéu, en el año 83. Se desmarca por el centro, recibe el balón, avanza rapidísimo hacia el portero, lo burla empujando el balón con la izquierda hacia la derecha. El portero se queda tirado, burlado, herido. Casi en la misma raya de la portería se para y espera al defensa que viene lanzado, resbalando con las botas por la yerba. Deja que lo pase y marca a placer. Son tantísimas las jugadas dignas de estar en el mejor álbum de imágenes de la historia del fútbol. Él mismo, hace unos años, destacó entre sus mejores jugadas los cuatro goles que le marcó en 1980, cuando jugaba en Argentinos Juniors, a Hugo Gatti, quien era considerado el mejor portero de Argentina. El arquero, de locuacidad atrevida, se refirió a Maradona como El gordito. Diego, ofendido, declaró que le marcaría cuatro goles. Cumplió su palabra.
El primero fue un penalti que provocó el mismo Maradona. Le coló un balón sutil por abajo, por la izquierda, mientras Gatti llevaba todo su corpachón a la derecha. El segundo, una falta desde fuera del área, por la derecha, directa a la escuadra más lejana del portero que había salido a evitar el remate de cabeza. Mientras regresaba Gatti vio cómo el balón formaba dulce su curva de ballesta y se colaba en la red.
El tercero fue de finura. Recibió un balón en el área, lo controló con el pecho, y con el empeine de la izquierda burló la salida del espigado portero con elegancia. En el cuarto, recibió una falta al borde del área, por el centro, casi en la línea. La lanzó sobre la barrera y la llevó a la red mientras Gatti, esperando que rompiese por cualquier hueco de la barrera, vio al balón volar sobre él como un pájaro. Gatti se dio la vuelta, fue a la red, recogió el balón y seguro sintió que había levantado las ansias de juego de un genio. Igual lo hizo por eso.
Son tantas jugadas y goles admirables, que solo pueden venir de la mente y los músculos de un genio. Maradona fue un jugador amado como lo han sido pocos. Fue admirado como nadie. Fue envidiado como el que más. En el pedestal de los más grandes nadie hay más alto que él. Le destrozó la vida el mal de la época, las putas drogas. cuando termine el viaje que ahora hace en el tren de la muerte, y llegue al cielo, seguro que el mismo Dios saldrá a recibirlo. Y San Pedro le dará un balón para que de unos toques y alegre el reposo eterno de las almas.
Twitter: @ManuelMjulia
Documentos adjuntos:
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