05/10/2019
Con algo de tedio miro la biblioteca, esa muchedumbre de libros en reposo, un universo de papel. Un colega lleva lo que tengo y más en un Ipad delgado que le acompaña siempre. ¡Tantos años acumulando libros! ¿Sirven ya para algo si se pueden comprimir en lo que tiene el tamaño de una uña? En la mañana que recoge la hermosa soledad miro los lomos. Los acaricio. Recuerdo momentos en que estuvieron en mis manos, abiertos, cerrados. En mí como esas veces en las que una prosa bella y abundante te serena. Danilo Kis por ejemplo ahora. Jardín, ceniza, según Joseph Brodsky una auténtica joya de la prosa poética, el mejor libro escrito en la Europa de la posguerra. El lomo de los libros viejo, rugoso, lleno de polvo. ¡Es tan difícil limpiar el polvo de los libros! Mi dedo recorre esos lomos oscuros de piel vieja. Grecia y Roma. Más allá clásicos en la sombra. ¿Podría con un Ipad tener este sentimiento de horas con Séneca y sus Cartas a Lucilo? Las leí dos veces. Primero en el colegio mayor deslumbrado como un pájaro que sale del cascarón. Después cuando supe que mi vida no era la política sino la vida. Otra mentira, otro poder y otros sueños. La primera noche de libertad volví a leerlo. Oh Seneca, sé luz para esta oscuridad que no me deja ver qué deseo, hacia donde puedo avanzar. Así le dije al maestro.
Tengo ahora los dos tomos en mis manos. Multitud de frases están subrayadas. Recuerdo sentirme deslumbrado en tantos momentos. Abro por cualquier lado. Miro. Los bienes verdaderos son los que la razón procura. Bolígrafo azul que mordió mis labios señaló esta frase. Está escrita para hoy. No has de filosofar cuando tengas tiempo, sino que has de tener tiempo para filosofar. La tinta sudorosa dejó confusa la palabra filosofar. Cambio por pensar. No puede ser más actual el aserto. Nuestra palabra tiene que estar de acuerdo con nuestra vida. Qué objetivo tan difícil. Ni Séneca pudo conseguirlo. Quien no sabe hacia qué puerto se encamina, ningún viento le será propicio. Lo subrayé con furor. Es luz en el desierto para las mentes perdidas. Me examino a mí mismo, y después al universo. Esa es la grandeza de la vida, mirar más allá de donde vemos. El ser que miró a lo lejos fue nuestro primer antepasado. Me pregunto cuál es el fin que Dios se propone. La bondad. Así lo dice Platón. Por qué no pensar que todo algún día, o algún no día, tendrá sentido en la bondad.
Las hojas viejas, las palabras viejas son aún de ahora. Me esfuerzo para que cada día sea para mí como toda una vida. Yo lucho para no morir en la agonía de lo inútil. Después de mí será como antes de mí, leo de pie oyendo un viento de letras que detrás de mí respira. Miro los libros y cierro los ojos. Para qué tantas palabras si la verdad está en el silencio, me pregunto. Para amarlas y gozar con ellas, me respondo.
Breve extracto del texto "La poesía de Manuel Juliá: La escritura del corazón", de Jesús Barrajón Muñoz, profesor titular de Literatura Española en la Universidad de Castilla-la Mancha, Facultad de Letras.. . Hace ahora veinticuatro años que Manuel Juliá (...
CONTRAPORTADA. Decidí de lo que iba a escribir, escribiría de ella. Aún no sabía ni la estructura ni el contenido, ni siquiera si sería un libro de poemas o una novela, pero tenía claro que escribiría sobre de ella y que el libro se llamaría Madre, el más ...
Nueve apasionantes relatos, basados en el terrible lenguaje de los hechos, en los que el periodista y poeta Manuel Juliá expresa la intrahistoria de los Quijotes del siglo XXI de los que se ocupa el programa de Mediaset, inspirándose en su idea original. H...
El sueño de la muerte (2013), El sueño del amor (2014) y El sueño de la vida (2015), publicados en Hiperión, se pensaron por su autor como una trilogía que ahora se reúne en un solo libro en el que destaca su coherencia poética. La Trilogía contiene una via...
Si desea recibir información de esta página: