08/12/2018
Desde la asimilación por el fútbol, convirtiendo en algunos casos la diferencia de color en causa de interminable batalla, pasando por las ideologías que han buscado siempre el color como forma primaria de diferenciarse de las otras, y en las ciudades, donde suelen primar uno o varios colores, ese rojo cereza de París, tan entrañable a los ojos, ese gris blanquecino del Vaticano o la acuarela de marrones, grises, rojos, verdes…de Madrid. Desde la identidad y belleza que promueve en el vestido, llegando desde Ágata Ruiz de la Prada a Antonio García Ferreras, negro y gris siempre, aire bohemio, aire de predicador, o Florentino Pérez siempre azul oscuro sobre azul claro, esa mezcla excelente del cutis de SPA y el azul cielo. Y muchos más atrapados por pocos colores, como yo mismo que no sé juntar más de tres, el azul oscuro, el azul claro y el negro. Pero sin embargo la mayoría de la gente se surte del arco iris, aunque justo es decir que unos con ensamblaje tosco y otros con gracia divina.
Y luego las casas, las paredes, las fachadas, ahora más simples y no como antes, atrapado el color en rollos de papel que ya eran viejos, enrevesados y casposos, antes de abrirlos. Ahora abundan colores zen para que las casas no agobien tanto como la vida. Y en tantas partes de nuestra vida los colores. No quiero entrar mucho en el arte porque sería interminable. Pero sí quiero citar a Egon Schiele quien decía que con los colores se pueden representar cualidades, desde lo más íntimo, el ser y el corazón, hasta lo más externo, como conseguir con esos trazos amarillos en los árboles la más hermosa melancolía del otoño,
Pero no solo la pintura también la literatura. Interminable. La que más me gusta es Elfiede Jelinek en la línea de Schiele, representando cualidades. Jelinek lo dice con una expresividad muy aguda. Para ella el blanco reniega de lo abyecto, es el limpiador universal, blanquea incluso la muerte. El negro es símbolo de lo desconocido que, de modo siniestro, suele manifestarse sonriendo. El amarillo lo relaciona con los restos del acto sexual, e imagina a los espermatozoides con gorros amarillos. No sé si esto pueda ser una idea para Torra. Así hace con todos los colores, los ve inmersos en la simbología de la vida, cada uno representa una etapa del ser o la naturaleza.
La vida es color. Solo hay que observar a la luna ahora que los chinos van a la cara oculta. La vida es un centelleo de colores que estalla por todas partes, una riqueza inmensa de belleza que abarca desde el pez del agua más honda al pájaro del cielo más alto. Cuando los astrónomos observan el universo caen rendidos a esa variedad de colores que supera incluso al arco iris. El color es el mayor don del creador. Es su sello de inmensidad inabarcable. Quizá.
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