17/03/2017
CAMISETAS EN EL INFIERNO
Cuenta Dionisio Cañas en La noche de Europa que cuando iba por Lesbos transitando por el dolor y la miseria de los refugiados, al saber que era español, la gente le hablaba de fútbol. Veía a muchos con camisetas viejas blancas con el anagrama de Kelme roído en el pecho. De otros equipos también. Entre el polvo o el barro, los niños esqueléticos jugaban al fútbol. Con sus huesos de cristal y los ojos hundidos gritaban los nombres de Ronaldo, Messi, Griezmann y otros jugadores.
También leo que Stephen O'Brien, de la ONU, dice que África sufre la hambruna más grave desde 1945. 20 millones de personas pronto morirán. Tanta modernidad y los débiles son más débiles. Niños tristes, jóvenes sin futuro, viejos sin luz en los ojos. Una de las pocas ilusiones que tienen es el fútbol. En un viejo televisor con antenas de insecto ven un Madrid-Barça y olvidan un rato su agria existencia. Ya sé que el fútbol no puede resolverlo, pero sí hacer algo más con su poder mediático. Clamar humanismo por los estadios. Exigir a los políticos realidades. Pedir a la sociedad que ayude... Qué menos para devolver ese amor que surge desde los campos de la miseria. Hay que ayudar a poner el foco ahí para que sea más difícil dar la espalda a los que respiran en el dolor y se alejan por La Sombra.
LOS REYES DEL REGATE
A veces son más llamativos que eficaces y los entrenadores protestan porque el regateador, imbuido en su destreza, ha importunado un contraataque o roto una táctica. Otras veces no. La belleza dialoga con la eficacia. El regateador (Messi, Robben, Ribery, Hazard, Neymar, Silva, Isco, Asensio...) con su magia rompe una dura defensa, consigue un penalti o marca un gol desde su campo. Aquel de Maradona o el de Messi o el de Ronaldo el brasileño sobre el que comentó que le habría gustado marcarlo con el Madrid.
El regate es como un pulso lejano que nos conecta con la infancia. Aquellos partidos en el colegio sobre los campos de tierra. Uno contra todos y todos contra uno. Se trataba de regatear y regatear hasta que algún chaval de piernas robustas mandara al barro al atrevido. ¡Reírse de una clase entera! Los italianos lo odiaban y los entrenadores robotizados creen que es una nada. Pero el buen regate sigue siendo un brindis a las esencias. Se goza como si fuera un manjar de los dioses.
PRÓXIMO DESTINO, CARDIFF
Lo tuvo el Sevilla en la mano frente a ese equipo de diapasón mortecino. Balón al viento y segundas jugadas. La creatividad a la papelera. Se encogió nervioso por entrar entre los ocho mejores de Europa. El Barça puso otra vez al fútbol español el cartel de temible. Preguntó Ferguson un día si Xavi e Iniesta habían perdido alguna vez un balón. O después de ser arrollado por el Madrid o el Barça en la melancolía de sus ojos surgía la admiración por el fútbol español.
El Madrid quiere la historia otra vez en su pecho. Dos Champions seguidas. El Atlético estar ahí, que sea su ambiente cotidiano y llegar a la final para cerrar los puños y romper el destino. Hoy se sabrán los cruces. Extraño sería que no se enfrentaran dos españoles. Somos una explosión de fútbol. Europa nos teme y cavila sobre cómo romper nuestro predominio. Qué pena el Sevilla. Se ha quedado en los dedos un póker de fantasía.
UN SUEÑO DE ALTURA
Me llega un sueño de Florentino Pérez sobre el Real Madrid de baloncesto. Las hazañas de Sergio Llull me habían generado la necesidad de escribir, pero este deseo presidencial se me pone por delante. Florentino quiere que el Madrid juegue en la NBA. Es el equipo más laureado de Europa, por qué no. Sería cuestión de convencer a las mentes monetarias de los dirigentes americanos. Podría ser en la Conferencia Este, a seis horas de viaje, con estancias de un mes en USA coincidiendo con los apretados calendarios de la NBA.
Si jugara el Madrid, la NBA miraría fuera de su mundo luminoso con algo más que jugadores foráneos. Además después de Nike y Pepsi la marca Real Madrid es la más rica y conocida del mundo y tiene 450 millones de aficionados según la agencia Kantar Media y Microsoft. Podrían reforzar el equipo Mirotic, Calderón, Marc Gasol, Ibaka, Ricky Rubio, Willy Hernangómez etc... Estarían entre los grandes. El gran Llull pondría su portentosa fuerza en la NBA sin cambiar de club. El proyecto es maravilloso y muy difícil. Pero Florentino Pérez nos tiene acostumbrados al más difícil todavía. Es persiguiendo lo imposible como se consigue lo posible, decía un sabio.
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